16.2.15

Fin

Quisiera uno no involucrarse, no ofrecerse, no incurrir en nada que lo delate y le dibuje con precisión frente a los otros, pero no es posible, no hay manera de que todo se maneje en esa tibieza incómoda, por lo que sale a la calle envalentonado, ofrecido, si se puede decir así, dispuesto a no pasar desapercibido y a tomar partido y a registrarlo todo minuciosamente, sin que nada quede afuera, sin que no percibamos que estamos dentro de la trama y que nuestro trasegar por ella la modifica, aunque sea de forma poco perceptible y no se percate nadie. En el deseo que a uno lo acucia está la voluntad de que no se extienda y lo anule, de que tampoco desaparezca. Lo difícil es saber convivir con los propios vicios. Hay quien se esmera en domeñarlas; quien, en la creencia de que le está minando, se obceca en refrenarlos; quien, entusiasmado por lo que le dan, los agasaja, los acaricia, les concede el mayor de los créditos y la más grande de las atenciones. No sé a qué conduce una cosa o la otra; no es posible andarse en medianías, quizá. Es mejor escorarse arriba o escorarse abajo, pero estar en un lado, dejarse ver en una posición, hacer acto de presencia en una esquina de la calle, bien a la vista, aunque no esté bien visto, quién sabe: no podemos contentar a todo el mundo. Seguro que si no estamos, alguien lo dirá y difundirá la idea de que debiéramos haber estado. De estar, alguien opinará lo contrario: sostendrá que no debimos acercarnos, que no era ése, en modo alguno, nuestro sitio, pero cuál es nuestro sitio, no hay manera de saber en dónde estamos realmente. Y acaba el lunes. No ha sido uno especialmente bondadoso en alegrías. Ha ido uno dando tumbos, sin saber bien a qué atenerse, recorriendo un camino y volviendo después hacia atrás, como buscando el bache en donde tropezó y del que no supo rehacerse. Ya se sabe: hay días que valen por muchos, días que pesan como muchos días juntos. Nada que mañana no se aclare con la luz del día empeñada en limpiar el paisaje. 

3 comentarios:

Ana María Sánchez Toro dijo...

Amén.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Nada está hecho todavía, Ana.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Amén again, Ana.

Pensar la fe