24.7.11

Ha muerto Elliot Handler, creador de la Barbie...



Está el domingo noruego, hermanicida y fúnebre. Un tarado se ha encargado de distraernos del verano puro, encallecido de turistas, entretenido el personal en aliviar el calor, la crisis y la tristeza infinita de que en África mueran como moscas los nativos a los que el azar, ah el azar, no les premió con nacer en una casa barrida y honesta, felizmente ocupada por gente sin otro stress que la batería de sus smartphones. Se le echa más prosa periodística al fallecimiento de Amy Winehouse que al desmoronamiento progresivo de la justicia cósmica representada en la hambruna somalí. Está el domingo abalconado en la muerte, en la muerte como un personaje súbitamente ingresado en esta trama de bancos a la deriva y de países endeudados hasta las trancas. Está el twitter que arde así que gana vodafone o movistar, que son los depositarios finales de la caja. Gana el emperador Murdoch, el ciudadano Kane del siglo XXI, sin Rosebud y sin hagiógrafos vocacionales que lo eleven a la altura inmarcesible de la Historia. Está todo en un estado idílico de perplejidad que, a la postre, beneficia al espectador, al que asiste a la función a salvo de que le salpique la mierda. Se puede oler la carne recién sacrificada, convertida en unos y en ceros, salvando la distancia entre los pueblos por el éter digital. Se mezcla el acontecimiento trivial de la muerte de Amy Winehouse (a pesar de la pena que produce que alguien joven, con talento, se pierda para siempre) con la brutalidad insoportable de un loco vestido de policía impartiendo la justicia que otro loco le habría susurrado al oído. Están los días, el difícil hoy y el presentiblemente terrible mañana, envenenados nada más abrir el sol en el alto cielo. Tampoco crean que de noche, en el mítico territorio de los sueños, flaquea el mal, la percepción infame de que esto no es justo ni tiene visos de que alguien le aplique justicia alguna. Arden los móviles con sus trending topics: Noruega, Somalia, Winehouse. También ha muerto Elliot Handler, el creador de la Barbie, esto lo acabo de leer en una página suelta del diario. Uno de esos titulares que te hacen pensar en lo extraña de esta trama. Mal escrita, mal escenificada y con un público quejoso, exigente y frío como un cubito de hielo alojado en la nuca. Habrá que buscar al guionista y decirle tres cosas.

4 comentarios:

Ana Vázquez dijo...

¿Por qué pasan cosas tan horribles últimamente? Creo que tardaremos mucho tiempo en olvidar este duro julio.

Isabel Huete dijo...

¿Será ésta la 8ª plaga de Egipto que ha decidido despertarse, cual terrorífica momia, tras siglos de adormecimiento y no pareciéndole suficiente limitarse a su espacio natural se ha lanzado sobre el resto de la humanidad? El peor estrago, creo, lo provocan los medios, no porque nos hagan llegar las más terribles noticias (no me refiero a la muerte de famosos aunque también sea terrible) sino por el dolor que provocan. Sean las vacas gordas o flacas, los que no se libran nunca son los olvidados. Me pregunto si les importará algo la muerte de la cantante derrotada o la del creador de muñecas cursis. Quizá su vida consista en eso, en llorar la muerte de los famosos estúpidos del norte.

Rosa Luque dijo...

No puede haber guionista en este desatino.

Ramón Besonías dijo...

Barbie bien podría haber nacido de la imaginación de un noruego. Es el prototipo de la corrección y el bienestar.

Por desgracia, el mundo -el real, no el de Mattel- es un tanto más intrincado y complejo.

Por otro lado, he de confesar sentir una inquina a partes iguales tanto por la violencia (sea justificada o no) como por las utopías burguesas estilo Barbie. El asesino de Oslo debió secuestrar Barbies y someterlas a tortura en vez de desahogar su odio con sus conciudadanos.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.