10.11.10

Mi primer haiku



Ayer estuve en Japón sin salir de mi Subbética. Un Japón de papel, un Japón de cinco sílabas en los versos impares. En el fondo todos los países lo son de papel. Ser español, pongo por caso, es una cosa de una complejidad asombrosa. Desconfío de quien se declara español por encima de otros oficios que le son, en apariencia, más afínes, como padre o como metalúrgico de nueve a dos. A mis años todavía no sé en qué soy español, qué trozo de Emilio Calvo de Mora Villar es inefablemente español, en dónde albergo a Góngora o a Lorca, dónde alojo el gol de Iniesta, la tortilla de patatas o la gracia salerosa. Quizá yo sea uno de esos españoles perplejos que únicamente airean su españolidad en estadios de fútbol o cuando visitan el extranjero. Soy un español a tiempo parcial, un español sin alardes, desubicado, sin afecto excesivo hacia una denominación de origen que me llena en ocasiones, me preocupa en otras y que simplemente ignoro en la mayoría.
Lo dicho, soy un escéptico en eso de las patrias. Todas las banderas (dejó dicho una vez El genial Roto) se manufacturan en Hong-Kong. Un escéptico a conveniencia, por supuesto. Me siento muy español cuando admiro mi idioma, por ejemplo. No recuerdo ahora quién escribio eso de que su patria era el lenguaje. La mía lo es insobornablemente. Por eso, por el lenguaje, por la magia de las palabras, puedo ser japonés en Cabra en un cursillo sobre la poesía en el aula y oír a Manuel Lara Cantizani recitar haikus bendecido como está por el entusiasmo de creer en lo que hace. Ayer (insisto) fui japonés en plan humilde, novicia y campechanamente y vi (lo juro por la geisha que puebla mis sueños) cien mariposas febrilmente revoloteando en un jardín que estallaba en colores. Estuve en casa de la poesía de cinco a nueve y asistí, entre aturdido y maravillado, al espectáculo de un poeta mayor, en el sentido más noble del término, que se llama Luis Alberto de Cuenca. La poesía de Luis está concebida para el uso. Está limpia de arabescos. No hay alambiques. Se apresta con docilidad al manejo oral y gana cuando se recita y un piano (Ángel Pérez) dibuja las líneas ocultas del texto. Luis Alberto es un poeta culto, un poeta en cinemascope, un poeta en armas, un poeta de pie, un poeta enciclopédico, un poeta pedestre, un poeta gongorino, un poeta completo que vive también en el lenguaje y cree en la hechicería del verbo, en el envés de las palabras, en todo lo que emociona. Y ayer, en una sala pequeña, en un día de lluvia egabrense, oí poesía de la que me gusta y me sentí cómplice de algo mágico y limpio. Luego hubo café con pastas, libros de haikus y decenas de haikus. Fuimos haijines, ciudadanos del haiku, hacedores de sílabas. Hay un vértigo formidable debajo de los haikus. Lo que no sé es si esta sobredosis de japonidad rebajará mi entusiasmo. Entra en lo posible. De momento ayer, allí sentado, sin entrar en serio en el tema, ya compuse mi primer haiku. Uno lamentable, delgadito y sin luz. Igual progreso con los días. Seguiremos informando....

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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena, japonés de Lucena. Yo todavía no me tirado a la piscina, pero cualquier día es bueno. N o sé yo, la verdad, si entraré por el aro... Un aro japonés no es un aro cualquiera, y la palabra Haiku.... es que un haiku es una haiku.... Ya dirás si te intoxicó tanto

Emilio Calvo de Mora dijo...

Sr. Anónimo, tírese, no se corte. Persónese, diga un alias, un apellido, un mote aunque sea...

Joselu dijo...

Es significativa la relación que mantenemos muchos españoles con la españolidad. No observo que los norteamericanos sientan lo mismo con la estadounidad, o los canadienses o franceses con su nacionalidad. Aquí se exaltan la catalidad, la euskalduneidad, la galleguidad, la aragonesidad, la canariedad, etc, pero el elemento común se ha llenado, no sé si con el franquismo que hizo tanta exaltación de ello, de sospecha y ominosidad. Los chilenos salieron con su bandera -quizás fabricada en Hong Kong, o no- a celebrar el rescate de los minero atrapados. Lo celebraron con entusiasmo patrio pero no se interpretó que aquello fuera una celebración fascista. Creo que nos avergonzamos muchos de algo que no debe hacerlo y raramente nos atrevemos a manifestarlo (y menos en Cataluña, por supuesto), y no sé si es que no tenemos nada de qué sentirnos orgullosos, si es que nuestra historia compartida es un fiasco y que terminará por disolverse o si es que es ominosa en sí misma. Pero tan problemático me parece un exceso de exaltación nacionalista como ese pudor que pide disculpas cuando se manifiesta y que a tantos nos aflige.

En cuanto a los haikus, lo mejor es que nos hayas dejado con ganas de conocer el primero que compusiste. La esencia del haiku es la consideración de lo impermanente en relación con la eternidad del instante. Pero nunca he compuesto uno.

Anónimo dijo...

He visto a Luis Alberto de Cuenca también por motivos no profesionales un par de veces. Incluso tuve la suerte de departir con él en un ameno ágape de simposium, donde mi marido sí que estaba inscrito, en donde vi que era accesible, e igual de ameno que en sus conferencias, si no más. Me sinceré al decirle que no era amiga de leer poesía, pero en vez de animarme, cosa que esperaba, me pidió que fuera honesta y disfrutara de lo que pudiera, en este caso, cine, novelas, pero no la poesía. He leído clásicos populares como quien dice. Lorca, Machado, eso. Me agregué a un cursillo y salí contento por conocar a la persna, así que imagino qué sentiste al estar allí porque es verdad que este hombre hace las cosas amenas y te hace sentir bien como público. Tiene una cultura vastísima. En definita, un rato excelente. No te hago perder más el tiempo. Yo sí que me "persono"....


Inma López Pozo

Emilio Calvo de Mora dijo...

No siento totalmente inmune a lo español. Es un punto de estancia lo español, no de partida; no me siento más español que ciudadano de un mundo que me inspira siempre un respeto enorme, sea uno de dnde sea, Joselu. Estoy convencido de que lo español es un añadido, no un estado en sí mismo, no una realidad constatable, no un discurso estricto, plagado de tópicos, estatutado casi. Y también en mi post hay un punto de ironía, de desafecto literario. Tipo Dragó pero sin lolitas pervertibles.


Pues te habló con juicio Luis Alberto de Cuenca, Inma. Leas o no, hay mil disfrutes. Dentro de la lectura, la poesía es un ámbito. Hay otros. TEngo amigos que son excelentes lectores y no han leído completo un libro de poesía. Están en otras cosas. Y leen, claro que lo hacen. Alguno viciosamente casi.

Anónimo dijo...
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Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.