12.10.10

Neil Young: Le noise



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De Neil Young me quedo con Harvest, aquel disco épico que trazaba un recorrido espiritual por la América vendida en el cine que aquí, en España, nos parecía un mundo sin colonizar, una especie de territorio vírgen por el que discurrir y encontrarse uno con la esencia primera, con el primer vértigo, con esa sensación de pureza que precede al encuentro con algo trascendente. Me quedo con su aura hippie de oso gruñón que hace conciertos y hace discos como si el mundo acabase mañana. Y para este trovador incansable, el mundo termina al final de cada canción y cada disco que hace, unos muy buenos, otros buenos y alguno, en fin, angustiosamente pasable, sería el último, el que cerrara la trova, el discurso más poético dentro del ruido que produce el rock and roll cuando se enchufan los altavoces y cuatro melenudos se agitan sobre el escenario y desgranan, en zarpazos eléctricos (volvemos al oso), el corazón que les late adentro.
Le noise es un disco excepcional por muchas razones: lo produce Daniel Lanois, ya saben, Peter Gabriel, U2, Bob Dylan, que le da un aire retro, entre la experimentación acústica y la raíz más folk; lo firma sin su banda, sin sus Crazy Horse, es decir, que está menos contaminado de democracia (en el muy buen sentido de la palabra) y se deja manejar por la tiranía del genio, sin que nadie se involucre en exceso, sin que los músicos digan algo que incomode al autor. Porque Le noise es un disco de autor, uno de esos monumentos al lirismo que todo rockero se regala una vez en su carrera, y Neil lleva ya unos pocos. La edad, que no perdona, le ha hecho perder oído y le ha dejado varado en un mundo global que no tiene nada que ver con la salvaje California de los últimos sesenta, cuando empezó a maullar (Neil Young a veces maúlla) y a pedir un rinconcito en la Historia (magna) del Rock del siglo XX. Pues hete aquí, oh fatum, oh Gran Poder Cósmico, que el Jefe ha llegado al XXI en plenitud, cargado de rabia, pletórico de ruido, ruido blanco, ruido negro, ruido de industria a punto de cerrar y de planetas colisionando a mucha distancia en el esquivo cielo.
Le noise es furia: muy eléctrico, muy nervioso, escasamente interesado en baladas listas para encender el mechero o sacar el móvil en los estadios y moverlos con las lagrimitas explotando en los dos ojos. La etapa emocional está, no hay sido abandonada, pero impera el poderío del rock más primario. Neil solo en un sótano, exorcizando demonios: lo que ha hecho siempre, pero con 74 años en la garganta y todo el infinito futuro en bandeja, a la espera de que siga entregando material para los adictos y gemas novísimas para el personal recién aterrizado. Y quizá para ellos el avispado Lanois ha hecho que Le noise sea CD (primero), y luego también vinilo, CD/DVD, archivo descargable en Itunes y (ojo, viciosos del Iphone) archivo igualmente descargable como aplicación durante tiempo limitado (y gratuitamente) para el móvil de Apple. El propio Young, en un texto sacado del merchandising a propósito del disco, se excusa cuando usa la palabra album. I am old school, boys. Sólo por Peace Valley boulevard valía la pena el coste.
Es curioso: recuerdo haber comprado un disco de Neil Young (hace años, Old ways, su lado más country) e ir ese día al cine a ver una de Woody Allen. Recuerdo el disco, la portada, lo que le dije a quien me acompañó al cine sobre Neil Young y sus discos (que no conocía), y recuerdo La rosa púrpura de El Cairo, que vi en un cine de Córdoba que ya no está (Santa Rosa) con una buena amiga a la que no veo hace tiempo, aunque sé que está y que se acuerda. Ya ven: Neil Young y Woody Allen, dos buenos dinosaurios.


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2 comentarios:

Mycroft dijo...

No soy muy amigo de Daniel Lanois (juego de palabras con el titulo del disco, quizás premeditado).
Pero aquí hace un buen trabajo. Al disco le sobra coherencia y le falta variedad, quizás, pero ahí está Hitchiker para compensar.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Da igual que Young sea un bucle, que se ponga a mirarse otra vez el ombligo viejo, pero es un ombligo histórico y siempre hay algo por ahí que compensa, como dices. No se le puede echar nada en cara. Lleva en esto demasiado y lo ha hecho todo mejor que muchos con menos carrera.

Plegaria para letraheridos

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