21.10.08

La literatura de la mentira


I
William Faulkner escribió: "Algunas personas nacen para creer las mentiras de otras". Y hay quienes vinieron al mundo para mentir. Quienes cuentan mentiras como si no lo fuesen en absoluto y creen el texto de esa infamia y lo elevan a plegaria. Quienes son incapaces de mentir, pero se engañan a sí mismos porque la verdad, alumbrada al mundo, les hiere, les aturde, les niega la secreta esperanza de ser felices. Una parte infantil de nosotros (adulta quizá también) echa en falta la prodigiosa literatura de la mentira. Por eso mucha gente se dedica a escribir: porque escribir legitima para pervertir la realidad y crear un territorio idílico en el que importa más la belleza de las cosas (o su extrañamiento o la forma en que se revela) que su veracidad.
Faulkner es el mentiroso profesional. Faulkner ahora que estoy releyendo (qué placer) El ruido y la furia. El lector, el crédulo, es el feligrés, el que consiente la cortesía fantástica de aceptar el engaño. La historia contada por una lado o por otro o sentida o presentida, pero la historia a trompicones, que es la historia como ha sido entendida. En ésas estamos, créanme.
II
Ser lector es, ante todo, vivir en esa fértil incredulidad. Escribir es una forma razonable de envalentonarse con la realidad y, a la manera de un pequeño dios, uno rudimentario y caprichoso, concebir otra que la corteje, fornique y preñe. O que la niegue y la arrumbe en el más sórdido de los olvidos posibles.
III
La literatura segrega imposturas. La imaginación es una tentativa de felicidad que no se fía del apero de la realidad, aunque después, conforme el escritor se acomoda a su oficio y adquiere estilo, precisión y confianza, la literatura no recluta fingimientos ni acude a falsedades consentidas, pero hace falta ser Faulkner, y expresar sin aderezo estilístico, ideas formidables en un envase modestísimo.

5 comentarios:

Isabel Huete dijo...

Quizá sea ésa la grandeza de la literatura de ficción (y a veces la no ficcionada), que se puede transformar la realidad como uno quisiera que fuese o como nunca quisiera que fuese, o mitad y mitad.
Se puede mentir tanto escribiendo como leyendo. La adulteración puede estar en ambos lados, pero qué placer más hermoso en cualquier caso.
He de reconocer que después de leer El ruido y la furia (lo único que he leído de él) me di cuenta de que Faulkner no sería uno de mis mentirosos favoritos. Me cansa, con perdón. :))
Besazos.

Anónimo dijo...

Tengo que reconocer amigo Emilio que nunca he leído nada de Faulkner o al menos no lo recuerdo, pero si comparto contigo y con Isabel la idea de se puede mentir leyendo y por supuesto escribiendo pues de alguna manera así nos situamos al otro lado del espejo para descubrir que no todo es tan real como parece y de esa manera quizá reirnos un poco de lo absurda que a veces pueden resultar las relaciones humanas. Creo que no hay mejor mentiroso, en el sentido de transgresor que un poeta, para mi sin duda Machado, pues con su sencillez nos mostraba su imagen de la vida enmascarando los momentos tristes de su vida en cosas como "esos días azules y ese sol de la infancia".
Un abrazo. Conrado.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Se escribe para mentir. Al menos disponemos de una coartada, Isabel. De un argumento que justifique el engaño. Lee a Faulkner. Yo tardé en entrar, pero una vez dentro, no hay salida. Uno de los grandes. Igual te digo, Conrado, amigo.Coincido contigo en lo de Machado. Por supuestísimo.

Anónimo dijo...

A mí también me cansa Faulkner. No le niego, sólo afirmo que a mí me cansó "El Ruido y la Furia" o "Luz de Agosto". Prefiero a Steinbeck, tan cercano y tan lejano a él.

Recuerdo que en "Amanece que no es poco", infausto título para tan excelente película de José Luis Cuerda, Faulkner era considerado poco menos que como un Dios en aquel imposible pueblo perdido. Sus libros eran los únicos que se leían en los colegios y la sola mención de su nombre en modo poco respetuosos, era castigada con la cárcel.

Sobre la mentira y la credulidad, qué puedo añadir. Crecí con un padre y un abuelo fabulistas que reinventaban el mundo a cada paso que daban. "Big Fish", Emilio.

Cuídeseme mucho.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Todos contra Faulkner: sigo con esa manía mía de apropiarme de títulos de cuentos que luego no se escriben. De todas formas, por supuesto, sigo con la novela esta noche. Me quedo ya poco. Les cuento después.

Pensar la fe