8.6.07

La cinefilia

Es más que probable que la cinefilia sea una perversión más, un vicio sibarita escasamente razonable. Ningún vicio se aviene a consideraciones cartesianas. Hay cinéfilos que no soportan el cine asiático y otros que, asqueados del occidental, han encontrado la fuente del placer en el lejano Oriente. Cinéfilos que consienten la ciencia-ficción o el western y quienes únicamente alimentan su insobornable amor al cine con filmografías de directores de élite, digamos el parnaso del séptimo arte: John Ford, Fritz Lang, Jean Renoir, Murnau, Billy Wilder. Cinéfilos enciclopedistas, que atesoran en su vasta memoria diálogos, bandas sonoras y hasta el nomenclátor imposible del gremio de los segundos ayudantes de producción. Como nunca viene mal ser metódico y consignar un orden a los placeres, propongo un taxonomía cinéfila, un recuento a vuelatecla de algunos de los cinéfilos que pueblan las butacas del mundo.

Cinéfilo moderno: Es capaz de emocionarse con William A. Wellman en sus westerns artesanos y con la última de Tarantino o Carpenter. Le costó acostumbrarse al blanco y negro, pero ahora no se ofusca en anteponer la magia del color y los logros de la técnica. Es cinéfilo del tipo que no se pierde un estreno por miedo a perderse algún pasaje majestuoso, fotogramas imprescindibles, pero ocultos en la medianía del resto del metraje.

Cinéfilo rosa: Escudriña los libros de cine en busca del dato accesorio. El número de hijos bastardos que tuvo Frank Sinatra. Las medidas de Jane Mansfield. Los relatos forenses de los suicidios de los famosos. Por extensión de ese amor por el dato cutre, es capaz de hablar de cine con propiedad y puede engañar al cinéfilo novato o al conversador accidental a quien abruma con su memorabilia. Los hay prudentes, que callan cuando atisban que cerca hay un cinéfilo más estricto al que no le gustará en absoluto sus cotilleos y sus bajezas y los hay irreprimibles, que desbarran cuanto desean sin atender a la naturaleza de la concurrencia. Esta última acepción es verdaderamente temible.

Cinéfilo catódico: No van jamás al cine, pero se saben al dedillo las películas que programa la televisión. Son, por lo general, gente huraña y poco dada al trato social. Se encapullan en la mesa camilla y rascan el mando a distancia hasta que el azar les ofrece un Buñuel de la época mejicana o un bodrio HBO destinado a canales de pago. Son poco exigentes y se dan por satisfechos con que el final sea feliz y nadie les moleste en el visionado. Se han decantado por el cine por pura casualidad y no les importaría sustituir esa adicción por la música, el badminton o los juegos de naipes siempre que les entretenga y no les haga pensar en demasía. Esta flojera mental proviene por el exceso de horas de exposición catódica.

Cinéfilo enciclopédico: Es la base de datos andante: conoce al dedillo el casting de cada película, su año de estreno, la taquilla que hizo y el cine en que se estrenó en su localidad. Carece de ingenio crítico por lo que oye y calla. Sus amigos jamás saben si, en el fondo, le gusta el cine o su destreza es un mero acto reflejo.

Cinéfilo multidisciplinar: Suele relacionar a Kurosawa con Hitchcock por el movimiento de las letras en los títulos de crédito o por la música puntual que ambienta una escena de diez segundos. Es capaz de unir, en dos frases, la mala leche de Buñuel con la bondad de Capra sin que chirríe el mestizaje.

Cinéfilo de cine-club: Jamás ha visto una película en casa. No tuvo video y tampoco ahora se preocupa de tener reproductor de DVD. Va al cine como el cristiano que asiste a misa y toma la hostia consagrada. Suele encabronarse con la chiquillería cuando tiene la infeliz ocurrencia de asistir a una película golosa para el público infante. Echa de menos los cine-fórums que se hacían antes: de hecho su nostalgia es pública. Prefiere una buena conversación sobre la Nouvelle Vague que un beso de amor verdadero a orillas del Sena. Por cierto, es del tipo que aprende francés para leer sin pérdida Cahiers du Cinema. No confía en la infame proliferación de blogs sobre cine que asfixian la Red. "No tienen ni puñetera idea". Suspira porque alguien lea sus escritos sobre cine y los publique.

Cinéfilo doméstico: Compra todas las ediciones deluxe de sus cineastas favoritos. Posee una pantalla de muchísimas pulgadas en muy alta definición y un cañón de última generación. En asuntos de sonido, es un sibarita. Está al tanto de las últimas novedades en high-end y ha insonorizado el salón en donde proyecta sus películas. Es del tipo que no tiene familia o que, caso de tenerla, la tiene siempre en estado de perpetuo mal humor. No va al cine porque ninguna pantalla va a superar la calidad de la suya. Porque ningún sistema de audio va a engolosinar más dulcemente sus más que aristocráticos oídos.

Cinéfilo novicio: Ve todo lo que le echan. No se pierde ni una. Da igual que sea cine pakistaní que la última fantochada de Steven Seagal. Luego va descartando géneros, actores, directores. Al final se queda con lo todo el mundo dice que es bueno. Si Ciudadano Kane es una obra maestra, ¿ quién es él para contradecirlo ? Incluso no gustándole. Es cinéfilo amateur al que se le perdonan los desajustes estéticos. Todos hemos empezado de alguna manera. Hay quien no abandona esta taxonomía de la clasificación por más años que pasen y por más films que se traguen.

Cinéfilo festivalero: Viaja por todo el mundo y no se pierde ni un solo festival de campanillas. No le interesa el cine. Su peregrinaje es meramente coyuntural. Ha aprendido a leer rápido los subtítulos porque antes no pillaba nada de nada. Es del tipo económicamente muy saneado que gasta los cuartos así en lugar de pillar una cirrosis con Chivas 12 años.

Cinéfilo Anti-doblaje: Ha prometido no volver a ver una película doblada. Desde que tiene reproductor de DVD ha dejado de ir al cine. Su localidad, parca en exquisiteces en materia cinematográfica, no programa cine con subtítulos. Le encanta la voz de Humphrey Bogart, tan arrastrada, y la de Al Pacino, de inflexiones tan marcadas.

Quedan muchos más: no es cosa de cargar la entrada. Yo no soy ( creo ) ninguno de los arriba mentados, pero sé cuál soy y cada día es más irrenunciable mi cinefília.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues confesaré que englobo todas las categorías que etiquetas (odio las etiquetas, por cierto). De hecho, creo que podría adscribirme a muchas más. Es más, con el tiempo empiezo a desconfiar (evitar) de aquellos que se autodenominan cinéfilos del mismo modo que Boadella dice huir cada vez que alguien cita en voz alta el palabro: intelectual.

A estas alturas sólo hay dos cualidades que me llamen la atención: la bondad y la humildad. Como un franciscano, sí. Lo demás me resulta superfluo. Siempre tengo presente aquello de "los que no saben hablan, mientras que los sabios callan".

¿La respuestas reposa en el silencio? Ya dijo Dylan que la respuesta está en el viento. Aunque cierto es que él acabó convertido en un payaso presto y dispuesto a complacer a su público. Que su yate de tropecientos metros de eslora no se mantiene solo.

Cuídese.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Cinéfilo: Aficionado al cine. ( R.A.E. ).
Hablan, Alex, quienes tienen ganas de hacerlo. Los sabios, callan, asienten. Hay cierto onanismo verbal en esto de contarlo todo. Woody Allen lo entendería. Yo también me arrobo todas las categorías que declaro. En algún momento, cualquier puedo ser mía. Ahora me inclino más por algunas. Mañana, no lo sé. Es bueno esto de no dejarse crucificar por el viento y contaminarse por todo lo que nos llega y, en el roce, nos emociona o nos enseña algo. Disfrutar, podría ser. De todas formas, la nave va. Dylan, que es un divo, se apayasó cuando le aburrieron los discos y las trovas. Ahora parece que ha vuelto. A mí, al menos, fiel seguidor, me lo parece. Pero ha regresado al pasado, al blues sucio. No ha vuelto: ha empezado.
La vida es el jardín de senderos que se bifurcan de Borges. Ahora estamos en una bifurcación. Mañana, en otra. Estos son mis principios, pero si no ME gustan igual echo mano de otros. También me suena....
Nos leemos.
Ah, he visto tu blog remozada. Enhorabuena. E insisto, Alex, la Antártida no es, en modo alguno, espantosa, aunque no te gusten, ya lo sé, no insistiré, los halagos. Tiene trabajo como pocas. Letra, mucha letra. Mucha documentación. Eso evidencia muchas cosas. Saludos.

Anónimo dijo...

En lo que a mí me toca me considero un cinéfilo a la antigua usanza. me gusta el cinéfilo catódico. No suelo ir mucho al cine y veo cine en casa. Es mejor. Más cómodo. Elige uno la película y ya está. Me he acostumbrado y ya tiene uno una edad en la que es fácil hacerse a las comodidades. El cine es un gallinero. Por lo menos las veces recientes en que he ido. No soporté ver Piratas del Caribe 3 en un cine cerca de casa porque los chiquillos gritaban y gritaban. Vi, mejor la segunda en casa. Además no me gustó pero claro mi hija sí que lo pasó bien.
Bueno, pues a continuar con el blog.

Anónimo dijo...

Todo lo reducimos a etiqueta porque el lenguaje funciona en esas jerarquías. Este inventario es cojonudo, pero escaso. Faltan otras pocas. No tengo yo inventiva para añadir algunas más. Bueno, cinéfilo onanista: el que sólo ve cine porno. Ese ha estado bien, ¿ no ?

Emilio Calvo de Mora dijo...

Claro que ha estado bien, Ovidio. Cinéfilos onanistas es que somos todos. Porno, drama, suspense, western: todos nos ponemos delante de la pantalla onanistamente. Pero lo tuyo va por otro lado, lo veo. Será cuestión de darle al porno la ceremonia que merece. Hasta ahora hay un libro que trata de eso y del que hablan los programillas éstos de libros de la sacrosanta tv. Bueno, gracias por la visita.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Puede que el cine esté cambiando, digo las formas de afrontarlo. Los patronas clásicos vencidos por las nuevas tecnologías. Puedes ver un peli en casa mejor que en el cine y si la economía te lo permite en casi parecidas medidas. Viendo la última peli que vi en cine y el tamaño de la pantalla, menudito, no me extraña. Así que, mal que pese, mal que me pese, es cierto, 1955, que en casa el cine va tomando cuerpo frente al cinet tradicional, aunque con la pantalla adecuada y el sonido preciso, No hay casa que mejore la magia de la sala oscura. NINGUNA

Anónimo dijo...

Otro. Cinéfilo episcopal: quien solo ve pelis de santos, curas y vírgenes. Está en mala época porque los tiempos que están corriendo no son muy dados a hacer campaña por estos santísimos Poderes. Uns aludo.

Anónimo dijo...

pues yo soy mezcla de todos y con todo disfruto.....
A lo mejor no sé como habla Bogart o Pacino porque no suelo oir en ingles las pelis ni poner subtitulos. ¿ Es eso malo ?
saludos desde Barcelona.

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