26.10.06

LA DALIA NEGRA : Una empanada




Las convenciones del género criminalista no son muchas, pero están sólidamente asentadas en el imaginario cinematográfico colectivo. Policias corruptos. Despachos de detectives con inmensas cortinas de humo de cigarrillo negro. Cadáveres en la orilla de un río, a ser posible cerca de una fábrica. Mujeres fatales, rubias, en muchas de las veces. El cine negro se ha nutrido de estos tópicos para afirmar su nombradía en la Historia del séptimo Arte, pero Brian de Palma las ha dado enteramente de lado. Se ha ido por la tangente, se ha dejado embaucar por un guionista ramplón que confunde el género negro con la serie Aterriza como puedas, y nos ofrece una patética nuestra de cine negro hecho a la moderna, esto es, con medios, con actores con gancho, con una fotografía admirable, aunque desasistido en su evidencia más explícita: el guión.
Parte Brian de Palma de una historia real que todavía cursa sus vericuetos en criminalistas de postín y aficionados varios a los misterios del Hollywood clásico: el asesinato de la aspirante a actriz Elizabeth Short, La Dalia negra, encontrada en un solar,el cuerpo partido en dos, con señales de quemaduras y la boca obscenamente pintada a cuchillo de una oreja a otra. El material es convincente, pero marra de Palma en el tratamiento de la historia. Se ocupa en exceso de los dos policías protagonistas ( el comienzo pugilístico es largo, tedioso y despista en demasía ) y se desocupa sobremanera de personajes que parece que van a tener un peso, pero que más tarde se abandonan, se dejan por completo y únicamente dan colorín a la trama ( el papel de la exuberante Johannson ).
Brian de Palma ha querido componer una épica noir y ha garabateado un collage aburrido cuyo decorado nos hace recordar la gloriosa serie negra de antaño ( o de ahora: L.A. confidential, magistral ).
La película decepciona por dos causas: por la película en sí ( mala, sin ambages ) y por el cúmulo de buenas sensaciones y golosas expectativas que ha ido creando entre el público, ávido de retomar un tipo de películas que ( desgraciadamente ) ya no abundan. Ha estado uno esperando este caramelo varios meses y luego resulta que está manido, añejo y la fresa que prometía no es tal sino un sabor amargo, pegajoso, insulso tras varias lamidas.
Tintineaban en nuestra memoria películas admirables de este mismo director como Los intocables de Eliot Ness o Atrapado por su pasado, que tocan también este tema, pero aquí Brian de Palma ha estropeado el material de primer orden de James Ellroy ( que parió L.A. confidential, sin ir más lejos ) y se ha ahogado, sabiendo nadar en aguas más peligrosas.
No vale en su excusa que el guión es denso y muy poblado de personajes. No se admite que el discurso estilístico de De Palma se refocile en unas imágenes poderosas, en un alambique argumental ya conocido en su obra. No vale todo esto porque ya hemos visto en otras ocasiones que Brian de Palma tiene talento sobrado para airear estos inconvenientes con una eficacia creativa indiscutible. Incluso productos de un orden menor en su dilatada obra rezumaban, por tramos, toda su calidad. Recuerdo su Misión imposible, o Femme fatale, aquel pastelazo de Banderas en plan calentón total. Entonces saca uno conclusiones que no admiten réplicas: al hombre le han faltado ganas, o (como suele suceder ) han metido mano en el proyecto muchas manos y al final ha salido rana cuando principiaba príncipe, valga este facilón sonsonete. Venía a decir Woody Allen en una entrevista reciente que en Europa su trabajo era infinitamente más autónomo porque los productores le daban el dinero y un cheque en blanco de ideas para ir donde quisiera, de la forma que deseara. A lo mejor De Palma tiene que dejarse caer por Londres o por París y firmar por estos lares su cine más personal. Puede ser.





Tenemos lo que tenemos: una ocasión perdida, un film decepcionante. Este cine requiere más turbiedad, por decirlo de alguna manera: pide menos contención en las formas, un aire más extrovertido. No basta con que los decorados sean portentosos. Tampoco con que haya una rubia muerta y una mujer fatal que lo emborrona y enfanga todo.
Lo mejor ( para terminar este descuartizamiento ) es la parte de ficción dentro de la ficción: las escenas en blanco y negro de la aspirante a actriz Elizabeth Short, luego macabramente asesinada, en sus pruebas de casting. Ese personaje, en su brevedad, convence más que los otros ciento y pico minutos de tedio.
Todo muy lamentable. Todo muy triste. Con lo que a mí me gusta Sam Spade.

1 comentario:

Carles Rull dijo...

¡ Bueno ! después de la mala recepción que obtuvo la película en Venecia, ya íbamos un poco avisados.
Pero sí, había generado demasiadas expectativas.

Coincido con usted y además, he dado un salto de alegría al ver que en la parte final de su comentario cita, como entre lo que más le gustó, las escenas en blanco y negro interpretadas por Mia Kirshner, "la dalia negra". ¡Contienen mucho cine!

¡ Saludos !

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.